NOTICIA
Exclusión y venganza
¿Podrás perdonarme algún día? (2018) es el segundo largometraje de la realizadora Marielle Heller. Basado en un libro de memorias de Lee Israel, la película es un biopic que narra las experiencias de la propia autora en un momento definitivo de su vida. Lee Israel fue una singular escritora estadounidense que cobró notoriedad al ser descubierta su responsabilidad en una serie de falsificaciones de cartas de celebridades literarias fallecidas, que se vendían con éxito entre coleccionistas e interesados. Filmada en un tono tragicómico, con matices ya reconocibles del cine independiente y otros pertenecientes al estilo sistematizado por Woody Allen, la cinta consigue ser un producto entretenido al tiempo que revelador sobre ciertos desafíos impuestos por nuestra realidad.
Antes que la fluidez con que se relatan las peripecias en que se vio involucrada Israel en su empeño por mejorar económicamente, lo más notable de ¿Podrás perdonarme algún día? reside en el retrato que hace de su protagonista. Esta mujer, escritora de biografías en lo fundamental, había logrado publicar algún libro de mediano éxito en los circuitos literarios de los Estados Unidos; sin embargo, de súbito, en algún momento de su vida, cayó en el peor desamparo, tanto en el plano profesional, como social y financiero. Sorprende la sutileza y la falta de subrayados con que el filme aprehende la personalidad de este sujeto plagado de contradicciones: Israel es una lesbiana de mediana edad, poco exitosa en su vida íntima y de un carácter poco agradable en el modo que se relaciona con los otros. Todas las acciones que tienen lugar durante el metraje parecen destinadas a comprender a la escritora, a entender el giro que tomo su existencia.
En tal sentido, la cinta procura no juzgar nunca al personaje y prefiere centrar el relato en explicar los motivos que la condujeron por ese camino de autodestrucción. Aun cuando la trama parece dedicar demasiado tiempo a accidentes argumentales más bien físicos, en puridad, nos deja con una reveladora imagen de la humanidad de esta heterodoxa mujer. Esa es la carta de triunfo de la película. El guion introduce, además, a otro personaje singular, Jack Hock, homosexual marginado que conoce a Lee en algún bar y se vuelve cómplice de sus estafas. Entre ambos se entabla una relación de amistad que refuerza el impacto del mundo interior de cada uno. Humillada por la comunidad literaria de que es parte, Lee encuentra en esta aventura delictiva un modo de venganza contra un mundo que la excluye, contra un medio social que no puede comprenderla. De este modo, la historia acaba como una meditación sobre la amistad, la derrota y el desamparo, sin que por tal motivo se justifiquen los delitos cometidos por la escritora.
Hay dos aspectos que resaltar en términos estrictos de realización: la dirección de arte y las actuaciones. Aunque no es un filme ambicioso, se debe señalar la elocuencia con que los espacios hablan de la naturaleza del conflicto enfrentado por la protagonista. Lee se mueve siempre entre su apartamento nada higiénico y el ambiente sofocante de los bares que visita. Pocas veces la cámara sale al espacio público. Tanto la condición de interiores de estos sitios como la atmósfera turbulenta que transpiran contribuyen a connotar el estado en que se encuentra esta mujer venida a menos. Ella está atrapada en sí misma. En el caso de las actuaciones, tanto Melissa McCarthy como Richard E. Grant terminan por conferir a sus respectivos roles una profundidad psicológica y emotiva determinantes. Sin grandilocuencias —aun cuando la caracterización y atributos de los personajes, más la inclinación de la película hacia la comedia, apuntaba a ello—, los dos actores logran construir sus personajes con sobriedad y organicidad.
Sin caer en ninguna clase de sentimentalismo, ¿Podrás perdonarme algún día? alcanza, gracias a la riqueza de sus personajes y al drama en que se ven sumergidas sus vidas, un penetrante retrato de la singularidad de una existencia.