Demián Bichir

El hombre que nunca se da por vencido

Jue, 09/25/2014

A sus 51 años, Demián Bichir aún puede presumir de galán. Y no se trata solo de su apariencia física, sino también de esa personalidad carismática, capaz de seducir con la mayor naturalidad del mundo tanto a directores de cine y televisión, como a fanáticas de las más disímiles edades.

Así lo demostró el talentoso actor mexicano en su visita a La Habana con motivo del ciclo de películas que, en honor a su familia, se exhibió del 16 al 24 de este mes.

Sentado en una cómoda butaca del Hotel Nacional y saboreando un mojito cubano, el segundo intérprete azteca en ser nominado a un Óscar en la categoría de Mejor Actor comentó en entrevista concedida a nuestro sitio: “Estamos no solo contentos con esta muestra, sino también honrados y orgullosos. El hecho de poder presentar tu trabajo en otras partes del mundo es siempre motivo de enorme satisfacción, pero sobre todo en Cuba, porque la historia que nos une desde el punto de vista artístico y cultural es muy especial”.

Nacer y crecer en un hogar de artistas, -su padre, Alejandro Bichir, es director de teatro; Maricruz Nájera, su madre, es actriz; y sus hermanos, Odiseo y Bruno son actores-, ha conducido a Demián a caminar muchas veces el mundo de los escenarios en compañía de sus seres queridos.

No obstante, él asegura que cuando están inmersos en un mismo proyecto hacen todo lo posible por separar ambas cosas: trabajo y familia.

“Si voy a trabajar con mi padre y él es el director de la obra, pues para mí es eso: el director. Mi hermano Bruno me dirigió hace dos años por vez primera en teatro, y antes de los ensayos yo tenía que repetirme una y otra vez: Es mi director, no mi hermano, pues en ocasiones el cariño puede ser un problema para la disciplina, aunque somos profesionales y sabemos qué papel desempeña cada quien. Trabajar con gente que admiras y quieres es muy importante, porque también es un ejercicio de confianza”.

Entre el cine, el teatro y la televisión mueve este Bichir sus hilos. Dentro de sus obras en el séptimo arte están Rojo amanecer (1989), Hasta morir (1994), Sexo, pudor y lágrimas (1999), American visa (2005), Che, el argentino (2008), Che: Guerrilla (2008), Hidalgo, la historia jamás contada (2010), A better life (Una vida mejor) (2011) -por la que obtuvo la nominación al Oscar-, Savages (Salvajes) (2012) y Machete kills (2013).

“Lo primero que tengo en cuenta a la hora de seleccionar los filmes en los que voy a trabajar es la historia, esta tiene que ser sólida, estar bien escrita, y el personaje tiene que conllevar algún tipo de riesgo, de dificultad. Cuando tengo un personaje con el que no sé qué hacer es cuando me entusiasmo más, porque al ser humano de por sí le atrae lo desconocido”.

“También es importante el director, pero no tiene que ser famoso ni tampoco experimentado, de hecho, he trabajado en varias óperas primas. Lo que sí exijo es que sea un director inteligente y, sobre todo, dispuesto al intercambio de ideas”.

Asimismo, el también actor de series televisivas como Weeds y The Bridge asegura que no se opone a la participación de actores y actrices latinos dentro de Hollywood, pues para él es simplemente una ventana más.

“He tenido la oportunidad de hacer películas fuera y dentro de la gran industria, y te digo que el cine es igual en todas partes, solo cambia el presupuesto. Hay muchos actores en el mundo a los que no les interesa trabajar en Hollywood, pero yo, en lo particular, no tengo problemas geográficos, voy adonde me quieran, y si en Hollywood hay una historia como la que se cuenta en A better life, película de Chris Weitz en la que trabajé, pues voy feliz y la hago. Para mí el país no es un obstáculo ni la industria de determinado país, me interesan las historias y las personas involucradas en ellas”.

 No obstante, el segundo de los tres hermanos Bichir es acérrimo defensor del cine latinoamericano, y opina que debería dársele más cabida al mismo en nuestro propio continente.

 “En el caso de México, por ejemplo, no contamos con el apoyo de los legisladores para la exhibición adecuada de los filmes, o sea, las salas están acaparadas por la producción estadounidense. Eso para nada es justo. Nosotros no producimos tanto como Hollywood, pero la exhibición tiene que ser equilibrada. De qué sirve hacer diez películas si no las puedes mostrar”.

 “Creo que una de las estrategias para hacernos «ver» y no dejarnos desplazar por la industria hollywoodense es precisamente unirnos y coproducir. Se han hecho varios intentos, no solo entre las cinematografías latinoamericanas, sino también con otros países, pero no me parece suficiente. A mí me encantaría participar en coproducciones con Cuba de manera frecuente, y considero que es algo que tenemos que generar las comunidades cinematográficas de ambos países, no podemos sentarnos a esperar por los gobernantes”.

 Así, de manera apasionada, habla Demián de Latinoamérica, de México -como es de esperar-, y también de los personajes relacionados directamente con la historia de su país que, según sus propias palabras, ha tenido el privilegio de interpretar.

 “He podido representar a Miguel Hidalgo y a Emiliano Zapata, figuras significativas de la historia de mi tierra. Interpretar al padre de la patria mexicana fue realmente un placer, pues me permitió descubrir la parte humana de este revolucionario y borrar esa imagen cuasi santa que construyen de él en nuestras escuelas. No es que yo me haya propuesto hacer estos personajes. Ha sido cosa del destino y me siento afortunado”.  

Demián Bichir o pata de perro, como le nombró su madre por tener la costumbre de no permanecer mucho tiempo en un lugar, ya no solo se conforma con actuar. En estos momentos se encuentra en la fase de postproducción su primer largometraje como director, Refugio, del que también es guionista e intérprete, y en el cual trabajan otros actores mexicanos, entre ellos Ana Claudia Talancón, Arcelia Ramírez y Julio Bracho, y artistas de talla internacional como Jason Patric, Eva Longoria y el cubano Jorge Perugorría.

La experiencia de dirigir fue una delicia para Demián, y dice además que le encantaría traer su filme al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, al que nunca ha podido asistir por compromisos de trabajo.

“Espero esté lista a más tardar en enero, y me gustaría mucho traerla a Cuba”, comenta con satisfacción por la obra casi terminada.

A pesar de llevar, con esta, tres entrevistas en tan solo una hora y media, Carlos Galindo, el jardinero de A better life, conversa con placer. Su naturalidad hace sentir cómodo a su interlocutor, y es capaz de contagiarlo de su buen humor. Sonriente habla de Cuba, hace interrogantes sobre su coctelería, y explica que luego de siete años esta es la segunda vez que la visita y que no desea que pase tanto tiempo para venir de nuevo. “Yo tengo que venir al menos una vez al año”, dice resueltamente.

Luego de conversar un rato jocosamente, le formulo la última pregunta –la cual versa sobre los consejos que le daría a las nuevas generaciones de actores latinos que quieren abrirse paso en el mundo-, y por primera vez el mexicano del D.F espera unos segundos antes de contestar. Cuando empieza, lo primero en decir es:

“A la verdad no me siento con la autoridad para aconsejar a nadie pero, desde mi experiencia, te daré mi punto de vista”.

Y continúa:

“Permíteme hacer una pequeña analogía: La carrera de actuación es como una casa donde hay una gran fiesta, y como se corrió la voz de que la hay, todo el mundo está enterado, por tanto, la cola para entrar es muy larga, todos quieren ir a la celebración. Hay gente que se impacienta de tanto esperar y se sale de la fila, y si te sales de la fila alguien más ocupará tu lugar. Pero si esperas pacientemente, con constancia y no te descorazonas, tarde o temprano entrarás a la fiesta, eso te lo puedo asegurar”.

“Por tanto, -y reitero: esto no es un consejo, es solo mi perspectiva-, lo único que yo me he dado cuenta de que realmente funciona es que no puedes darte por vencido, aunque veinte veces te digan que no. Esta carrera es un camino de altas y bajas, pero sobre todo al principio es cuesta arriba. Sin embargo, si lo que amas es actuar, tienes que continuar el camino pase lo que pase, no te puedes rendir. Ese, para mí, es el secreto”.