Fotograma del filme chino Vete, señor Tumor

El gigante asiático en Cuba

Dom, 08/18/2019

La nueva semana que tuvimos recientemente en los cines Riviera y Multicine Infanta demostró que temas y tratamientos abren un abanico de diversidad y multiplicidad de estilos que indican continuidad respecto a los grandes maestros tenidos por clásicos en tan prestigiosa cinematografía como Zhang Yimou, Chen Kaige, o Feng Xiaogang, entre otros.

Un paneo por la muestra que disfrutamos en agosto acusa tales características: animación, temas sociales de gran seriedad enfocados incluso desde la festividad de la comedia y abordajes más dramáticos se repartieron el espectro.

Dos de esos títulos llamaron especialmente nuestra atención; primeramente la cinta que abrió: Familia de Pekín, realizada en 2014 por Chen Gang.

La obra  gira en torno a los disturbios que, para bien y mal, provoca en las vidas de los miembros de una familia, la llegada de  una joven colombiana contratada por la madre para enseñar inglés a su hija, la cual no pudo conseguir un papel en una obra escolar por no dominar el idioma.

Con chispeante sentido del humor y un relato fluido, la pieza fílmica aborda agudamente temas peliagudos dentro de la actual sociedad china: las ansias migratorias, sobre todo de madres que anhelan mejores oportunidades para sus hijos a quienes por todos los medios quieren enviar a estudiar a Estados Unidos, y, muy en consonancia con ello, la sobreprotección. Todo eso genera una escala valórica falsa, donde la competitividad va por cauces de lo externo y frívolo, en detrimento de sentimientos y esfuerzos que pudieran derivar mejores resultados.

La progenitora del filme es una mujer que controla, domina, reprocha, descuida su matrimonio, tiraniza a la institutrizde su hija y a esta la recubre del exterior como si la introdujera en una campana de cristal. 

El filme sin embargo, hiperboliza algunas situaciones, exagera rasgos negativos y positivos (el esposo, digamos, está hecho casi de una sola pieza) y aterriza en peripecias forzadas ―como la comparación de la vida de la colombiana con el cuento infantil que debe interpretar la niña―; luego, se redunda en conclusiones a las que fácilmente llega cualquier espectador sin demasiadas luces, con un  discurso final por tanto superfluo.

Debemos agradecer la visión que del latinoamericano, en la piel de esa colombiana vital y emprendedora, tienen los chinos, abogando aquí por una integración cosmopolita que trasciende barreras de especificidad oriental.Las actuaciones, en términos generales, son muy atinadas y convincentes.

La otra película a destacar es Vete, señor tumor,  de Hang Yen, que focaliza el tema de la enfermedad terminal en la juventud desde un registro difícil: la comedia.

Basada en la vida de la dibujante de tiras cómicas Xiong Dun, a quien se le diagnosticó cáncer y  a raíz de ello dio a conocer un muy popular webcomic autobiográfica, Ella lucho contra un tumor maligno, la cinta inspiró a millones de personas por su sentido del humor y coraje. El filme se convirtió en uno de los grandes éxitos de taquilla del cine chino en el verano de 2015, con una recaudación de más de 78 millones de dólares. Más tarde fue elegida para representar al país en la competencia por el premio Óscar a la mejor película de habla no inglesa, y la elección levantó cierta polémica en tanto algunos esperaban que la seleccionada fuera Lobo Tótem (también, a propósito, incluida en esta semana).

Aunque alargada más allá de lo que exigen las coordenadas del guion, con reiteraciones en presupuestos y conceptos que aparecen muy definidos por la escritura y la puesta, Vete… enfatiza en ítems tan importantes como la amistad ―incluso por encima de la familia― sobre todo en situaciones límite del ser humano. La peculiar troupe que rodea a la dibujante enferma la apoya hasta el final, aun cuando como en todo grupo hay contradicciones y hasta disgustos.

También el filme discursa en torno al amor erótico que puede surgir en circunstancias tan adversas y en el dolor que causan en familias enteras tales patologías que, pese a los adelantos científicos, siguen en muchos casos irresolutos.

Pero la obra sortea el morbo, el melodrama extremo y los subrayados excesivos con ese delineado exquisito del guion y el optimismo que trasunta la puesta toda: sus guiños irónicos, la fusión de técnicas animadas con actores a tono con la profesión de la protagonista y las actuaciones, comenzando con la actriz que asume a esta, Bai Baihe.

Dos piezas que demuestran la salud y los rumbos del cine chino contemporáneo, que hay que seguir de cerca.