NOTICIA
Diálogo del Productor y del Ingenuo
Texto escrito por Alejo Carpentier
INGENUO: ¡Señor Productor!... Siempre que habla usted de cine, le oigo decir que aquella película es comercial o no lo es. Emplea usted mucho el término de comercial. «Lo comercial». ¿Qué entiende por «lo comercial» en materia de cine? PRODUCTOR: Lo responderé de modo directo y franco, como cuadra al productor cinematográfico que es, ante todo, un hombre de acción, de negocios y no un soñador. Lo comercial es lo que se vende, lo que gusta al público, lo que lleva dinero a la taquilla de las salas de proyección. El cine cuesta, y sin buenas entradas en taquilla no puede haber cine. ¿Nos entendemos? - I: ¿Así que sin la presencia de productores dotados de sentido comercial, una industria cinematográfica tiene que irse fatalmente al abismo? - P: ¡Fatalmente! - I: Sin embargo... P: ¿Qué? - I: Pensaba... Recordaba... Entre las dos guerras, en Europa una firma cinematográfica tan tremendamente comercializada, en sus directores y productores, como la Gaumont-Franco-Film-Aubert, de París, resultó un completo fracaso económico... Una empresa, en cambio como la UFA[1] alemana, que produjo películas artísticas sobre películas artísticas, tuvo una hermosa y fructífera historia...- P: Se trata de públicos distintos a los nuestros. No juegue con paradojas.
Hay un silencio. El Productor enciende un puro. El Ingenuo reanuda el diálogo:
- I: ¿Y qué me dice usted de Chaplin, cuyos métodos de trabajo desafían todas las reglas y normas de la producción? - P: Se trata de un cómico. Los cómicos siempre resultan «comerciales». - I: ¿Y Monsieur Verdoux, película que provocó violentas reacciones en ciertos lugares?...
Hay una nueva pausa y vuelve el Ingenuo a romper el silencio:
- l: Dígame. Hablemos de actores. ¿Usted cree que una Sarah García, pongamos por caso, sea una actriz muy «comercial»? - P: Indudablemente. - I: Sin, embargo, yo conozco muchas personas que se niegan enérgicamente a ver películas de Sarah García. – P: ¡Bah! ¡Refinados! ¡Estetas!... – I: Sin embargo, a nadie he conocido que se niegue a ver María Candelaria. Y María Candelaria era película hecha con gran preocupación de arte por parte de sus realizadores. Lo que demuestra que el buen gusto no anda reñido con la taquilla. – P: Hay excepciones, evidentemente. Pero el éxito del cine mexicano se debe, no lo olvide, a los dramones de mucho llanto. - I: Un momento... Un momento, querido productor... El cine mexicano era algo totalmente inexistente, cuando aparecieron esas obras maestras que fueron Redes y Janitzio, películas de arte, de altísimo arte... - P: ¡Bah! ¡Arte de minorías! - I: ¡Tal vez! Pero el cine mexicano debe su universal prestigio, su lanzamiento mundial, por así decirlo, a esas películas «de minorías», como usted las llama. Gracias a ellas («locomotoras», llamaba Leiser, el afortunado productor de Los tres valses, a las películas artísticas que mucho hacían hablar de sí) se abrió un mercado para el cine mexicano. - P: ¿A qué conclusión quiere usted llegar con este razonamiento? - I: A que la «producción taquillera» que no viene escoltada o precedida por una producción de calidad, que sostenga el prestigio de una industria cinematográfica, acaba por causar la muerte de tal industria. Cuando un sector de público comienza a decir: «La producción de tal firma es mediocre», de nada sirve que se haga cola en la puerta de los cines de arrabal... Esa producción está condenada. Porque si bien es cierto que el público de los cines de estreno es menos numeroso que el público de arrabal, también es cierto que el primero paga más caras sus localidades.
Hay otro silencio. Y reanuda el diálogo el Ingenuo:
- l: ¿Sabe usted por qué el cine cubano no ha llegado nunca a ser un cine verdadero, como lo es el mexicano, a pesar de todos sus defectos? - P: ¡Bah! No me hable usted de eso. Lo que ocurre es que el cine cubano es muy reciente. Le falta historia, técnica, arrestos... - I: Está usted equivocado, querido amigo. El cine cubano es uno de los más viejos de América Latina. En 1912 produjo su primera película: La hija del policía o En poder de los ñáñigos. - P: ¿En 1912? ¡Asombroso! ¡Yo lo ignoraba!... - I: En 1920 se filmaba una película cubana de mayores ambiciones aún: Dios existe. Y luego, fueron, de año en año, las producciones de Ramón Peón, y otros... ¿Sabía usted que Mae Murray, Dorothy Gish y Richard Barthelmess filmaron películas enteras en La Habana? ¿Sabía usted que Edie Polo interpretó episodios de aventuras en la fortaleza de La Cabaña? ¿Sabía usted que allá por el año 1913, se había realizado ya una película histórica, en Cuba, bajo el título de La manigua o La mujer cubana? ... Si en algún país de América hubo una temprana inquietud cinematográfica, fue en Cuba... - P: Bueno, pero entonces... dígame... dígame...- l: ¿Qué? - P: ¿Por qué, con tales antecedentes, no se ha desarrollado más la industria cinematográfica en Cuba?...
El Ingenuo hace una breve pausa, mira al Productor, y concluye:
- I: Pues, sencillamente, porque, durante cuarenta años, esa producción ha sido regida exclusivamente por un criterio «comercial». Lo que me lleva a pensar que, en materia de cine, los hombres que se creen mejor dotados de «sentido comercial», resultan, a la postre, los peores comerciantes.
El Nacional. Caracas, 5 de noviembre de 1952
Texto extraído del libro “El Cine, décima musa”. Compilado por Salvador Arias
Selección y notas para la Jornada de la Cultura Cubana 2024 de Daryel Hernández
[1] Universum Film AG, UFA por sus siglas, fue el estudio cinematográfico más importante de Alemania.