Cuando el beisbol se parece al cine

Cuando el beisbol se parece al cine

Mar, 08/17/2021

“Al otro lado de ese maíz filmamos una película que resistió la prueba del tiempo. Esta noche (…) este es nuestro campo de sueños (…) Hoy tenemos a los líderes de la División Central de la Liga Americana (White Sox) contra los poderosos Yankees, suerte para todos, que se diviertan”.

Palabras de Kevin Costner antes de comenzar el juego de beisbol

 

Con este título, Cuando el beisbol se parece al cine, Ediciones ICAIC acaba de publicar mi libro más reciente que, por los avatares de la pandemia, se demoró un buen tiempo en el poligráfico Enrique Núñez Rodríguez de Santa Clara y que por fin en fecha muy próxima debe estar a disposición de los lectores. Este libro es un acercamiento calidoscópico a la relación de beisbol, cultura e identidad, tema que sobre el que, quienes me conocen, saben he trabajado durante años, presente en varios de mis títulos anteriores y que ha dado lugar a artículos y crónicas diversas.

A mi entender ―por demás parcial y comprometido como es natural―, este volumen de casi 400 páginas (era de más, pero normas poligráficas lo limitaron) me complace en su resultado final, con una edición, maquetación, diseño y cubierta que agradezco, debido al interés de Mercy Ruiz y su equipo. Junto a ellos quiero resaltar a dos amigos, el experimentado editor Daniel García Santos y el destacado pintor Reynerio Tamayo, quien nos regalara una excelente cubierta hecha expresamente para esta edición. Agradecimientos a los que deseo agregar a los obreros de la imprenta que lleva la impronta de un apasionado de la pelota como fue Enrique, con el que compartí su admiración por Miñoso, sus memorias beisboleras de Quemado de Güines y el Bronx, y hasta una visita al estadio de El Cerro, donde gracias a él nos sentamos como príncipes en el palco detrás de home.

Que un autor se detenga a hablar de su obra, más tratándose de un texto que aún no ha circulado, es poco usual, para no decir que puede calificarse de impropio o inmodesto. Pero la necesidad de compartir una anécdota ocurrida en estos días, que hace justicia al presente título y nos recuerda aquel axioma de “cómo la realidad puede copiar a la ficción”, me lleva a escribir estas líneas, por demás un buen pretexto para la promoción del libro.

El pasado jueves 12 de agosto de 2021 se celebró un juego del calendario de las Grandes Ligas norteamericanas que tuvo un significado especial. Treinta y dos años después de ser el intérprete de la popular película Field of Dreams (Campo de sueños), Kevin Costner esta vez no fue el actor principal, sin embargo, sí fue parte del elenco que estuvo en el estadio que, construido como justicia poética para la ocasión y colindante al escenario original del filme en los maizales de Iowa, acogió un juego entre los míticos Yankees de Nueva Yorky los White Sox de Chicago, estos últimos protagonistas recreados en el largometraje mencionado. Y, como tenía que ser, los White Sox ganaron, con final “de película”, pues tras su rivales irse arriba con un par de jonrones en el principio del noveno, los de Chicago, como homenaje a la saga fílmica, los dejaron al campo con otro cuadrangular al final de esa espectacular entrada. El juego, inspirado en la cinematografía, resultó un emotivo duelo de vuelacercas. Hubo ocho en total. Haciendo justicia a esa frase tan de los campos criollos, de que “la metió en el maíz”.

Como se recuerda en las páginas de este libro, Campo de sueños ―dirigida por Phil Alden Robinson y protagonizada por Kevin Costner― fue nominada en 1989 a los Óscar como mejor película y obtuvo otras dos nominaciones: mejor guion adaptado y mejor banda sonora, con un amplio reconocimiento de crítica y público. Una curiosidad es que Burt Lancaster actuó por última vez en su carrera en esta producción.

Allí se narra la historia de un hombre que es víctima de influencias suprasensoriales que le llevan a construir un campo de pelota en medio de su granja y al concluirlo surgen de los maizales los ocho jugadores de los llamados “medias negras”, como fueron satanizados los Medias Blancas tras ser implicados en el affaire de vender la Serie Mundial de 1919. 

Pedro Rafael Cruz, Crucito, periodista deportivo de larga data, me regaló estas otras notas que igual aparecieron en mi libro y que por su interés ahora reproduzco de nuevo: “Pero el tema de estas líneas será Kevin Costner. Usted puede estar de acuerdo o no con su carrera artística, pero de lo que no hay dudas es que el actor tiene en su haber las, para mí, mejores y más serias películas sobre el beisbol. Pelotero de buen nivel él mismo, Costner se preocupa en extremo de que los participantes en sus filmes jueguen pelota de verdad. (…) Campo de sueños es un profundo y sólido llamado a que no se pierda el placer de jugar, algo que el excesivo comercialismo está matando...”.

El encuentro en cuestión es el primero que las Grandes Ligas celebra en el estado de Iowa en toda su historia, como emotivo homenaje a la recordada película. Inspirada en Shoeless Joe (Descalzo Joe), narración “realista mágica” del escritor canadiense W. P. Kinsella, la novela se hizo más popular debido a la adaptación cinematográfica. Alguien escribió, con imaginación y fundamento esotérico consecuente con el argumento, que los personajes de la misma estuvieron, junto al granjero Ray Kinsella (que no por accidente comparte apellido con el autor), el escritor Terence Mann (otro soñador que acompaña la misma fantasía) y Shoeless Joe Jackson (pelotero legendario muy querido por el ya fallecido padre de Ray), muy presentes ese jueves, junto a Costner y a los jugadores de ambos equipos.

Al final de la película el consagrado actor James Earl Jones, que personifica a Mann, pronuncia estas palabras que sintetizan el espíritu de la película: “Hay una sola cosa que ha sido constante a través de los años, el beisbol. América ha pasado aplastando como una infantería de maquinarias pesadas, ha sido borrada como si fuera una pizarra, reedificada y borrada de nuevo, pero el beisbol ha marcado los tiempos. Este juego es parte de nuestro pasado y nuestra historia. Nos recuerda todo lo que una vez fue bueno y que puede volver a serlo otra vez. ¡Oh!, la gente vendrá, Ray. La gente definitivamente vendrá”. Más de tres décadas después esa profecía cobró cuerpo y, una vez más, la realidad copió a la ficción.