NOTICIA
Ángel y demonio
La coproducción entre España y Argentina El ángel, seleccionada para participar en la 71 edición del Festival de Cine de Cannes en la sección Un Certain Regard y elegida para representar a Argentina en la 91 edición de los Premios Óscar en la categoría Mejor película de habla no inglesa, es uno de los estrenos más atractivos de este mes.
Inspirada en 11 meses de la vida de Carlos Robledo Puch, un asesino que con solo 20 años fue condenado a cadena perpetua, El ángel fue escrita y dirigida por Luis Ortega y está protagonizada por Lorenzo Ferro, quien en este su debut obtuvo el Premio Coral a la mejor actuación masculina en la pasada edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana. De rostro y modos realmente angelicales, el joven —llamado con propiedad El Ángel de la Muerte— se tornó un verdadero terror en el Buenos Aires de los años 70, al cometer una decena de robos y asesinatos con la mayor naturalidad y sangre fría.
El director, Luis Ortega, evoluciona de un cine hermético y poco comunicativo (Caja negra, Monobloc) a otro mucho más dinámico y popular, justamente representado por el filme que nos ocupa, que mediante una narrativa clásica pero notablemente armada, confiere solidez a una historia, la cual, sinceramente, portaba ya las cartas a su favor al resultar de gran interés, pero que sin una recia y sabia mano directriz no hubiera arrojado los frutos que, sin dudas, se recogen en este filme, uno de los más populares en su país y entre nosotros cuando se exhibió en el festival pasado.
En esta creativa mezcla de buddy movie, psicothriller y comedia negra, Ortega logra, por ejemplo, evadir el morbo en que pudieron caer historia y personaje tan sanguinarios, y hasta conferirle sentido del humor e ironía que no solo aligeran el efecto impactante del relato, sino que lo matizan. La construcción de los personajes detenta riqueza y elegancia: más que juzgar se les humaniza, por muy difícil que sea entender conductas tan atrofiadas. Este joven, iconoclasta, auténtico en su orientación sexual, implica a su modo una rebeldía contra la sociedad injusta y desigual donde se desenvuelve.
Otro mérito es haber reconstruido eficazmente, aunque sea como mero telón de fondo, el contexto de aquella Argentina dictatorial y fascistoide, cuya dirigencia sacó partido al hecho con el fin de distraer la opinión pública de los verdaderos y profundos males que aquejaban la sociedad entonces.
A la agilidad del guion se suma una apreciable puesta en pantalla donde fotografía, música, edición y dirección de arte hacen lo suyo. La fotografía de Julián Apezteguía por ejemplo, utiliza, una gama encendida de colores satinados, que parecieran haber sido extraídos de las obras de Andy Warhol. No solo el protagónico de Lorenzo Ferro, verdaderamente extraordinario en su caracterización, sino su partner, Chino Darín, o los veteranos Cecilia Roth y Daniel Fanego dan al rubro actoral una dimensión elevada.
Filme no solo entretenido y bien concebido, sino dirigido a la reflexión.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 168)